De la mano de su máximo ídolo, Christian Gomez y un técnico ignoto como Pablo Guede, el equipo de Mataderos cambió la forma de jugar al fútbol en la B Metro, salió campeón y regresó al Nacional a menos de un año de su descenso.
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Foto: Sentimiento VyN |
Siempre se puede jugar al fútbol. Esa es la premisa que estamparon para siempre Pablo Guede y sus jugadores en los hinchas verdinegros. Chicago se coronó campeón de la B Metropolitana con una propuesta diferente a la esgrimida históricamente por los equipos del ascenso.
El principio de la temporada encontraba al conjunto de Mataderos devastado por la pésima actuación en el Nacional B 2012/13 -ése al cual accedió ganando una promoción para el recuerdo, con penal en el último minuto en contra, ante Chacarita en San Martín- del cual se había despedido casi sin presentarse y con poco para resaltar.
También sus hinchas habían pasado por episodios poco felices, como lo sucedido en La Plata, ante Gimnasia. Por eso, la comisión directiva decidió reagruparse, aprender del mal trago y salir a la conquista de una nueva oportunidad con la contratación de Mario Finarolli, conocedor de la categoría y viejo conocido de la casa.
El DT conformó un plantel con pocos jugadores de renombre pero con intenciones de pelear arriba y en principio, eso fue lo que sucedió. Chicago comenzó el torneo con una racha invicta de 11 partidos, pero en el debe se encontraban los flojos rendimientos y algo que saltaba a la vista con los números: de esos 11 encuentros, solo 3 terminaron en victoria.
Chicago ganó 20 partidos -8 en forma consecutiva-, empató 13 y perdió 7 encuentros, para acumular los 73 puntos que lo consagraron, con el 61% de efectividad.
Por esa razón, el clima no era de los mejores y un par de derrotas como visitante -Almagro, Chacarita y Fenix- le dieron la salida prematura al canoso técnico. Sin Plan B que convenciera, la dirigencia le dio el cargo a Pablo Guede, un ex jugador del club radicado en España que se desempeñaba como Coordinador de Inferiores desde principios de 2013.
Sin embargo, su crédito era acotado. No tenía palmares para exhibir y la gente no lo conocía. Para colmo de males, comenzó con derrota contra Chaca por Copa Argentina e hilvanó otra, tras caer con Tristan Suarez. Aunque esa derrota ya empezaba a mostrar lo que vendría: no perdería en 6 meses.
El cierre de la primera rueda fue con Cole en Mataderos, con victoria 2-0 y una cara nueva para el verdinegro, que ya se paraba diferente para afrontar los compromisos, cosa que ratificó en Agronomia, al ganarle 2-1 a Comu.
Guede fue reconfirmado y siguió sorprendiendo. No pidió refuerzos en el receso y realizó la pretemporada en un complejo de Vicente Lopez. Los jugadores que necesitaba los buscó en las inferiores. Comenzaba la revuelta Nacional. En la reanudación del torneo, visitó a Atlanta, puntero del certamen que le llevaba 5 puntos de ventaja y mostró sus armas: victoria 2-1 con goles del eterno Gomito y el juvenil Baldunciel. Ese partido sería bisagra de lo que estaba por venir.
A partir de allí, Chicago desarrolló una propuesta innovadora, con pelota al ras del piso, tenencia, presión en todos los sectores, buen juego y mucha actitud. Lo que se dice, un combo letal. Su falta de gol la suplantaba con un dominio absoluto del partido y cuando las cosas no salía, continuaba intentando, sin renunciar al arco rival.
Así llegaron triunfos trascendentales para creer en la idea y en que se podía lograr un objetivo importante: 2-0 a Estudiantes en Caseros, 1-0 a Morón en Castelar, 1-0 a Defe en Mataderos, al tiempo que ganaba también los partidos que tenía que ganar.
Un empate cortaría la racha de 8 victorias consecutivas. Pero poco importaba. Porque a continuación le dio vuelta un partido increíble sobre la hora a Los Andes por 3-2, lo mismo con Acassuso por 2-1 y bailó a Tense, uno de los candidatos, en Mataderos. Ya se hablaba de lo bien que jugaba el equipo. De la vigencia del Gomito. De la solidez defensiva. De los pulmones de Scifo. De la garra de Farias. De la prestancia de Bochi. De la revelación Melo, convocado al Sub 20. De la gente, que copaba el estadio, en cualquier día y cualquier hora.
A partir de allí, Chicago desarrolló una propuesta innovadora, con pelota al ras del piso, tenencia, presión en todos los sectores, buen juego y mucha actitud. Lo que se dice, un combo letal. Su falta de gol la suplantaba con un dominio absoluto del partido y cuando las cosas no salía, continuaba intentando, sin renunciar al arco rival.
Dos victorias más, ante Dalmine y Almagro, por 2-0, daban la pauta de que el Verde estaba para la vuelta. Sin embargo, apareció la historia, que dice que sin sufrir no vale. Volvió a perder con Chaca, ahora de local -el único equipo con el que perdió todos los cruces- y no pudo con Barrancas y Merlo.
La tranquilidad volvió con otro baile, en este caso a la revelación Fenix, por 3-0 y todos se preparaban para la vuelta en Turdera, pero Temperley le dio un cachetazo. Mejor, sería de local, pero Suárez fue la piedra en el zapato. Fue en Cole, con público neutral y una obra magistral del 10, que de tiro libre, abrió un partido cerradisimo. Chicago campeón.
Alegría en las calles de Mataderos y agradecimiento. Para un cuerpo técnico y un plantel que le devolvió la identidad al club, lo alejó de las malas lenguas y lo hizo resaltar por el desempeño en el verde césped. Por la rápida vuelta, esa que solo algunos soñaban. Por la forma de juego y por nunca renunciar a jugar.
Ahora, ya sin Guede, artífice de la revuelta, Chicago disputará un Nacional distinto, que dará 10 plazas para el nuevo torneo de Primera de 2015. Su populosa hinchada ya palpita el nuevo objetivo. Tiene armas, tiene identidad y tiene juego. Tiene orgullo y sentido de pertenencia. Y tiene al Gomito, que con casi 40 años, sigue demostrando talento, prestancia y amor por los colores. ¿Cómo no ilusionarse?
Mirá todos los goles de Chicago campeón de la B Metro 2013/14:
Publicado en Dixit Digital el 28 de Mayo de 2014 por el autor del blog
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