Tarde soleada en Mataderos, como hacía un rato no se veía. Los colores lucían más brillantes, más bellos, todo era de otro color, más nuevo, más renovado. Incluso desde el arranque. ¿Cuanto de eso es mérito el gol de Castagno desde los 5 PT para volver a llenarse la boca de gol y no atragantarse en el intento? ¿Que importa si debieron ser más y terminar con tranquilidad en vez de sufrir, aunque sea un poco como siempre? ¿Importa algo más haberle ganado a Colegiales, escolta del todavía sorprendente Brown de Adrogué, que nos visita con un lustre de 7 fechas sin derrotas? Creo que francamente, nada de eso importaba.
Lo realmente importante fue la renovación de fe o yendo más al llano, volver al triunfo, volver a creer, renovarle el voto de confianza a este grupo de jugadores, muchos del club (Gomito, Serrano, Testa, Escudero, Lemos, Patti, Ramirez y siguen las firmas) que tienen con qué demostrar dentro de una cancha y no se les venía dando la cosa. También sirve para volver a ponernos en perspectiva, de entender que militamos en la Primera B y que, más allá de nuestra historia, hoy por hoy es de las categorías más parejas (sino la más) y que hay que ir con pie de plomo, que ya no se puede subestimar a nadie. Así mismo, el espaldarazo para un técnico e ídolo del club como Mario Franceschini. y para el manager, Facundo Arguello. Y porque no, a la Comisión Directiva, que agarró un club devastado y que, si bien seguimos en la misma categoría que hace 3 años, dejó muchísimo esfuerzo para levantar la imagen de un Toro herido de muerte.
Todas las cosas van de la mano y lo gris que se veía el horizonte la semana pasada, hoy ya no lo es tanto. Porque como escuche por ahí "Chicago altera mis estados de ánimo" y si ganó Chicago, todo puede estar mejor.
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