En el partido que debió concretar el descenso, Chicago se armó de amor propio, superó a Patronato y volvió a ganar en Mataderos después de 6 meses.

Finalmente, se dio. No podía irse al descenso con una imagen pálida, en sepia, que manchara su rica historia. Entonces apareció en el momento más esperado: la garra verdinegra.
Con un marco espectacular de público, ese que festeja sólo el hecho de lucir los colores, que
El PT dejó esa sensación de vacio bien conocida en este 2013. Nada por aquí ni un poco más allá. En la segunda mitad, apareció Gómez en todo su esplendor. Primero intentando, luego anotando un golazo para desatar ese grito contenido. Puño apretado, la boca llena de gol, una sonrisa en el medio de tanta tristeza.
Y pudieron ser muchos más. Lo tuvo Farias, Peyran, Becerra. Pero era un día de reivindicaciones y el 9, que vivió peleado con el arco, armó un jugadón y la picó ante la salida de Bértoli para desatar la locura. Como si se tratara de la lucha por el campeonato.
Ahora si, esta es la imagen. Por más que no alcance, que no se pueda hacer nada, se puede morir de pie. A ganar en Mendoza, a seguir dándole vida a Chicago. La historia así lo merece.
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