Chicago perdió en todos lados: en el partido, donde a los 20 minutos ya caía por tres goles de diferencia y en las tribunas, donde nuestra parcialidad fue brutalmente reprimida por la Policía.
Fue angustiante. No existe otra palabra que defina este momento del Verdinegro, el cual se coronó con un derrota indigna ante uno de los animadores. El mismo partido que definió la salida de Bernuncio, un final más que anunciado.
Nunca le encontró la vuelta al equipo el entrenador saliente y nunca le encontraron la vuelta estos jugadores a esta Nacional B. Podemos aludir a mala suerte, cuestiones tácticas, desatenciones defensivas pero la cara que mostró Chicago en el Bosque fue la más preocupante de la campaña.
Preocupa más que no haya plan B y que la suerte parezca echada a falta de 14 fechas. Las equivalencias no existieron en el campo de juego por la diferencia de jerarquía. Chicago tuvo dos aproximaciones que no llegaron a nada y en la primera del Lobo, 1-0. Para peor, la segunda fue la que definió el partido. Ya con el 3-0 el platense levantó el pie del acelerador, aunque los nuestros se hacían los goles solos.
Rescato a Gardeano, que corrió a todos, aún cuando no tenía sentido, demostrando el amor por la camiseta. No se salvó nadie, ni siquiera los referentes, con una apatía alarmante. Lo de después fue más de lo mismo.
Por ostentar la verdinegra (que parece prohibida) se desató una furia policíal contra las 3000 personas que llenaron la tribuna visitante, sin diferenciación: las balas y los gases fueron para barras, hinchas comunes, niños, mujeres, gente mayor, todo aquel que se encontraba identificado con los colores verde y negro era un potencial delincuente.
Se nos fueron las ganas, pero como siempre, ahí estaremos para alentar a nuestro equipo frente al puntero del campeonato, porque somos hinchas de Chicago y eso no lo cambia nada. Ni siquiera este presente angustiante.
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