
Si, podía pasar. Cuando uno miraba el fixture antes de que comience el torneo, la fecha 5 aparecía como el lugar donde muchos queríamos dar el batacazo. Hace varios años que se generó una rivalidad especial con el Canalla (desde principios de esta década, con nuestra vuelta a Primera), lo cual condimentaba la previa, en pos de la primera victoria en este torneo, que todavía se nos niega.
Este triunfo que no llega, nos manda indefectiblemente a empezar a revisar la calculadora. Si bien falta muchísimo, los guarismos iniciales no nos cierras y el promedio es algo que empieza a sobrevolar en la cabeza de protagonistas e hinchas.
Central demostró su jerarquía en la tarde del sábado. Es verdad, no hubo amplia superioridad en cuanto al desarrollo mismo del partido, pero si en el manejo de pelota, tiempos y contundencia.
Los nombres propios que ostenta el equipo de Miguel Ángel Russo labran un surco entre la pelea de Chicago y los intereses de Central. Así fue de movida, cuando el Auriazul decidió jugar al fútbol y terminar el monopolio de los pelotazos, llegó la diferencia.
Una jugada colectiva que tuvo siempre a los defensores verdinegros corriendo desde atrás, terminó en el terrible zapatazo de Mendez, que se coló junto al palo derecho de un Monllor que nada pudo hacer.
El Verde se convirtió en un preso de sus propios nervios, mientras el reloj pasaba y el trámite no cambiaba. La segunda etapa no cambió las cosas. Un gol desde el vestuario, a los 2 minutos de reiniciado el juego, liquidó el pleito y nos mandó a casa con las manos vacías.
Estamos lejos de los candidatos de la categoría, pero la semana que viene tenemos una prueba de fuego que hay que aprobar, para balancear las cuentas en la pelea que a nosotros nos interesa.
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