Chicago jugó, luchó, sufrió y le ganó a Acasusso, logrando el pase a la Promoción. El conjunto de Mataderos tiene una chance única para terminar este pesadilla de cuatro años, en el choque clásico ante Chacarita.
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| Los socios de Chicago |
Se ganó el Reducido. Y tenemos esa extraña, extraña sensación de no haber ganado nada. Sin embargo, la carta está más abierta que nunca, pensando en futuro. Porque si debemos mirar al pasado, esa herida abierta que todavía no cerró, volvió a sangrar varias veces en las últimas temporadas.
Fue así con el subcampeonato obtenido en la 2008/09 y la pronta eliminación ante Defensores. También con la penosa posición conseguida en la 2009/10. En el año del centenario, cuando estaba todo a merced, otra vez el verdugo, esta vez en la final, nos dejó con las ganas. Ahora es el momento. Tenemos la chance de reconciliarnos con la historia.
El partido, con una enorme afluencia de público, unas 7000 almas, en un horario ridículo (viernes 15 hs) al que, lamentablemente, ya nos acostumbramos, databa de otra nueva batalla por librar. El empate en Maschwitz tuvo sus vaivenes emocionales y la vuelta no iba a ser la excepción. Salvo por algunos detalles menores, lo del primer tiempo en el Estadio Armenia, se revivió en el Rep. de Mataderos.
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| El idolo, cumpliendo 20 años de carrera. |
Chicago arrancó yendo a más, a buscar liquidar la cosa de arranque, mientras que Ssuso esperaba la contra. Ninguno generaba un peligro de cuidado y ninguno arriesgaba demasiado. Al local le alcanzaba el empate y la visita parecía apostar todo a cuidar el cero y quemar las naves en la segunda mitad.
Dicho y hecho. Salvo alguna aproximación áerea, el cero se estampó en la primera mitad y la segunda parte arrancó no apto para cardíacos. Al minuto, avisó el Quemero pero con distinto resultado. Esta vez, la pelota se fue ancha.
Con el correr de los minutos, la presión fue aumentando y el Verdinegro no pudo aprovechar sus chances, con corners consecutivos. La más clara fue para el del Norte: Cobelli, que no ligó como la semana anterior y clavó un tiro libre en el travesaño.
Después de ésa, la más importante del partido, todo se abrió. Empezaron a pesar los nervios en ambos conjuntos; el local salía rápido por derecha, con Damian Castagno (que había reemplazado a Adrían Scifo), sustentado en la dupla central y utilizando a Christian Gomez-Julio Serrano para maniobrar el balón.
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| Carboni, para el cuadrito. |
Lo de Damian Lemos ya no tiene explicación. Lo que corrió el mejor 5 de la categoría fue súblime, siempre con algo más. El que dio el presente en el momento justo fue Daniel Monllor, que, entre otras, se quedó con una pelota bárbara a cinco del final. El final, digo, tenía guardado lo mejor.
Con tiempo cumplido, Acassuso tiraba con todo lo que podía hacia el rectangulo local y el cierre providencial de Emiliano Lago, arrojandose sobre la pelota, detuvó un par de corazones, pero en el rechazo, la bola le cayó a Serrano, quién abrió rápido por izquierda, para que José Ramirez Agudelo se lleve todo a la rastra y mete un centro delicioso. El final, para enmarcar, es una palomita de Leo Carboni, que desató la locura y selló el trato.
Chicago va al purgatorio, en una serie de dos, a todo o nada y con el agregado de jugar ante el Funebrero. Habrá que ir a buscar el resultado en el primer cruce, para tirarles la presión encima y la responsabilidad, con el agregado de cambiar de manos la ventaja. La herida parece estar empezando a cicatrizar. Y con estos intérpretes, somos capaces de ir a la guerra...




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