En un partido vibrante, en el que arrancó mejor, para luego encontrarse dos goles abajo, Chicago mostró los dientes y su fútbol, para emparejar las acciones y definir en Mataderos con ventaja a favor.
Se sabía que no iba a ser un partido más. Un año más tarde, con parecidos y diferencias, Nueva Chicago se encontraba nuevamente en la final del Reducido para intentar acercarse al objetivo, para ganar la chance de jugar la Promoción.
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El equipo para el primer encuentro final. |
Es verdad, esta vez la ventaja era nuestra, el partido se disputaba ante un equipo que obtuvo el 9no puesto en la general y la responsabilidad, entera, era para los de Verdinegro. Pero lo que no había que dejar de lado es que este Acasusso venía de bajar, en fila y de visita, a Cole y a Estudiantes y que como condimento final, se encontraba ante el primero de los dos partidos más importantes de su historia.
El clima era hostil. Tarde lluviosa, campo de juego en malas condiciones y más gente que la del Quemero en las tribunas deseando por una derrota para los de Franceschini. Al Verde poco le importó.
De arranque, salió a imponer sus condiciones, haciendo evidente su dominio por las bandas, con la llegada de Adrian Scifo y Jose Ramirez, en jugadas aisladas, que fueron ganando en intensidad con el correr de los minutos. Acasusso iba acomodandose dentro del césped, para empezar, lentamente, a desarrollar su juego, que en principio era buscar a Canario y Cobelli por arriba, para llegar más tarde a incomodar por la punta derecha y ganando la posición en el medio.
Claras tuvo dos el de Mataderos, que no pudo aprovechar, contra una de los de zona Norte, con idéntico final. Pasaban los minutos y el apático 0 a 0 se afianzaba como realidad. En la segunda parte llegarían las emociones.
Nada buenas eran las noticias de la segunda parte en Maschwitz. Romero, uno de los jugadores más desequilibrantes de la categoría, ganó al minuto, tiró el centro y 1 a 0 para los "locales". Chicago no tuvo demasiado tiempo para acusar el golpe, ya que a los 10, tras un remate de Cigno que rebotó en Cobelli, Ssuso conquistaba el segundo y se venía la noche.
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Julio dió la nota con un golazo. |
Pero todos (o al menos, quién escribe) dabamos cuenta de que la historia no iba a terminar así, no podía terminar así, no con este equipo. Entonces, por enésima vez, Damian Lemos agarró la manija de mitad de cancha y Gomito Gómez se vistió de conductor de este tren de la esperanza. Pero la figura terminaría siendo otro viejo conocido de la casa: Julio Serrano.
El Negro sacó a relucir esa pegada mágica y de emboquillada, abría nuevamente el marcador. Golazo, señores, para festejar largo rato. Pero no había demasiado tiempo. La cabeza estaba puesta en seguir yendo para adelante, a poner orden en el marcador. Puño apretado y a seguir corriendo.
Los de blanco seguían intentando con sus armas, pero Chicago ganaba en confianza, recuperaba rápido, movía el balón y se acercaba. Así, llegó una corrida bárbara de este pibe de 37 años que luce la 10 por derecha.
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Y con su lucidez, aportó el empate. |
Agarró la lanza y fue. Pero con el criterio que lo caracteriza. Entró al área, levantó la cabeza y se la sirvió, otra vez, al goleador de la tarde, que definió de derecha, entre el arquero y el central que intentaba cerrar. 2-2, algo más de justicia y quedaba tiempo para soñar con algo más.
Se pusó más picado el desarrollo, con más fricción mientras la zona media se convertía en un mero corredor para llegar a las zonas de fuego defendidas por los arqueros. Iba Acasusso y respondía Chicago, con más lucidez a la hora del manejo coherente para los de Mataderos.
Llegó otra contra, ya con Castagno por derecha, en la que Julio se tuvo fe y le rompió el pecho al guardametas local. En el rebote, Leo Carboni, en dudosa posición, marcaría el desnivel para los nuestros pero el gol fue anulado.
Se consumieron los minutos y si bien quedó sabor a poco tras la gran reacción, el panórama es el mismo pero con un encuentro menos por delante. La historia se traslada a Mataderos, reducto casi invulnerable en esta temporada, donde Chicago sólo perdió uno de los 19 encuentros que disputó (más las tres victorias conseguidas en la misma condición, pero en el Bajo Belgrano).
Llegó la hora de la verdad y una nueva cita con la historia. Nos espera el purgatorio contra uno de la categoría superior o unas injustas y tristes vacaciones a esta altura. Chicago tiene todo para meterse a disputar el mano a mano verdadero y seguir con la ilusión de cerrar, de una vez por todas, el que es, quizás, el peor momento de su historia futolística.
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Todos abrazados tras el empate. Todo está en sus manos, muchachos. |
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