N.Chicago 2 - Morón 0: Una sana costumbre

El equipo de Mario Franceschini se acostumbró al buen juego y a hilvanar triunfos (6 de los últimos 7 encuentros fueron victorias) y derrotó a Morón en un estadio repleto.

Era la despedida del equipo de Mataderos por este 2011. Este año en el cual atravesamos infinidad de situaciones, desde la ilusión al comenzar la segunda ronda de la 2010/11, el reducido y las victorias agónicas, el festejo del Centenario, el pobre arranque del nuevo torneo, la salida de Finarolli, hasta llegar a este presente.
Si repasamos los últimos meses, desde agosto hasta aquí, poco más podrías pedirse para que este presente sea perfecto.

Porque después de bastante penar, Chicago, con un gran plantel, logró encontrar el equipo, el esquema de juego, sentirse cómodo en cada partido y empezar la levantada que ya lo ubica 5to, siendo el mejor fuera del lote de los mejores (Estudiantes, Sarmiento, Brown y Colegiales, los primeros tres con 39 puntos y el restante con 38, campañas excepcionales), y de esta manera, empezar a inquietar a los de arriba (ya derrotó a Cole).


Era el cierre de año y venía Morón, el más clásico de los partidos de esta categoría y el público respondió como este equipo merecía. Tribunas exultantes de gente y de color para empezar a manejar un trámite que nunca corrió peligro. Porque el local manejó las acciones a su merced, contando con más de media docena de jugadas claras en un PT casi perfecto, donde el casi fue la falta de efectividad en la última puntada, lo cual derivaba en un cierre de etapa con tan solo un 1-0 a favor, obra del Gomito Gomez de palomita a los 22.

El segundo estuvo de más, aunque cuando hubo que apretar los dientes, los interpretes respondieron con creces. Incluso se le anuló ¿mal? un gol a Scifo que cerraba el partido y quedaba tiempo para que Serrano, de tiro libre, la cuelgue de un ángulo y el festejo sea completo.


El equipo está en un gran momento, convencido y con muchísima entereza, tanto para jugar como para luchar  hasta el final. Van 6 de 9 para el cierre perfecto. Ahora vamos por el puntero.