Que difícil intentar escribir un breve párrafo de celebración para hablar del amor de mi vida, que sería en vano intentar no derramar alguna lágrima, no reír o llorar de la emoción, por tantos momentos, tantos recuerdos juntos, tan historias.
Si querer hacer un recuento rápido es imposible, por el hecho de no dejar afuera miles de situaciones, mas recientes, mas añejas, que la mente guarda en algún lugar. Si pensar en Chicago es acordarme de mi abuelo que lo alienta desde el cielo y fue el primero en llevarme a una cancha de fútbol y que esa fue la República de Mataderos. Si luego de esas primeras emociones de chico y tras la pérdida familiar, dejé de cruzarte en el camino por varios años, sin embargo, nunca pisé una cancha que no sea la tuya, nunca fui a alentar a otros colores que no sean los tuyos.
Si hablar de Chicago significa una parte de vida, la representación con un barrio, que no es el mío pero sin dudas es el único que llevo en el corazón. Si hablar de vos es el empedrado, los pibes jugando en la calle, el Cedron, La Feria los Domingos, el Parque Rodó, el Poli, la Cancha. Si pensar en vos, es sentir desde el primer momento en el cual te calzas la verdinegra, el compromiso irrompible y de por vida de pertenecer y defender a un grupo de personas, a un ámbito diferente, a un estilo de vida.
Si Chicago se emparenta con el barrio de Mataderos, con los frigoríficos, la gente trabajadora y humilde, el aguante, el aliento incesante, las épicas dentro del terreno de juego y las sobradas muestras de amor incondicional desde as tribunas.
Si cada vez que pienso se cruzan mil imagenes, de cruzarte a un hermano desconocido en cualquier parte del país, y saber que es un hermano, porque compartís sentimiento. Si pensarte es recrear en el fondo de mi casa el para avalanchas en una final por no tener edad suficiente para viajar al Interior. Si es también saltar de la alegría sobre un colchón (incesante e inexplicablemente) en el ascenso del 2001 o copar Mataderos después de la épica del 2006. Si es ir a Avellaneda descendidos o copar Rosario un domingo a la tarde. Si es visitar a nuestros hijos en Nuñez o llenar a más no poder el Gasómetro. Si es ser locales, cada vez que nos toca, en Liniers o en el Ducó frente al dueño de casa.
Si hablar de Chicago es escuchar a los más grandes hablar de Pilo Calandria o de Julio San Lorenzo, verlo a Vega en un vídeo ridiculizando a los bosteros, a Jesus goleando a la Fragata a domicilio, al Gomito desparramando magia en el estadio que sea, al Topo picándola en el Chateau, o a Simon empujándola en el mismo estadio. O es verlo a Arguello hacer la heroíca en Lanus, a Herbella dejarnos en Primera de dos cabezazos, a Santana embocando al Bicho para darnos otra vida, o al Cabezon Testa representando al hincha vestido de jugador.
Si pensar en vos son tantas historias, como alguna vez en la cual hubo que enfrentar a la montada en la cancha de Defe, o romper el Monumental de bronca por un penal mal cobrado sobre la hora. Si son tantas decepciones, como esa de la década del 60 con Español en la cual mi abuelo rompió el carnet, como finales perdidas, chances desperdiciadas, momentos tristes, hijos de puta por encarcelar.
Chicago es todo y tanto que confluye en nuestras vidas y nunca pasa desapercibido. Es la alegría de verte otra vez campeón pisar el terreno, de encontrarme con amigos desconocidos en una tribuna, de la disfonía cada sábado, de la calentura y la felicidad, del carnaval en los tablones, de las lágrimas buenas o malas, de los momentos de ocio, de las canciones, de las anécdotas, de la vida. Chicago es todo y es todos los que lo conformamos. Felicidades en el primer Centenario del club más representativo del barrio de la Argentina, con el orgullo a flor de piel y la esperanza de que el futuro nos depara un final merecido por todos nosotros.
A festejar, más UNIDOS DE NUEVA CHICAGO que nunca! Felicidades campeón, felicidades amor de mi vida! Salud!
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